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Walter Mendaro cuando tenía doce años, durante tres años, comió de la basura, de las sobras de los restaurantes y durmió en la playa del Gas, hasta que fue consiguiendo diferentes trabajos que le permitieron salir de su situación de calle.
Ahora, con 52 años, una hija de 23, y a punto de ser abuelo, Walter siente que es maravilloso todo lo que le ha pasado en la vida, pero jamás olvidó sus días en la calle. Por eso, desde hace 20 años, dedica gran parte de su tiempo a ayudar a los más desamparados.